La trashumancia se define como un tipo de ganadería que es
móvil, adaptándose en el espacio a zonas de productividad cambiante. Se
diferencia del nomadismo, en el que los lugares de pastoreo en cada estación
son fijos. Se calcula que esta actividad, sumada a la de la ganadería nómada,
ocupa a unos 100-200 millones de personas en el mundo;19 los terrenos
explotados bajo estos sistemas representan aproximadamente 30 millones de km²,
el doble de las tierras dedicadas a la agricultura.20 21
Este tipo de ganadería tiene grandes ventajas, como el aumento
de la fertilidad de los suelos, que se benefician con la incorporación de
estiércol y otros vegetales. En España, por ejemplo, muchos bosques se han
conservado gracias al paso del ganado, como los pinares en Guadarrama y en la
Serranía de Cuenca; los hayedos y robledales en la Cornisa Cantábrica y los
encinares y los alcornocales en Andalucía y Extremadura. Los animales también
contribuyen a la lucha contra los incendios, ya que tienen como alimentos
materiales muy combustibles.22
Desde el siglo XII existe en España una ley que protege
unos 125.000 kilómetros de caminos ganaderos, que equivalen a unas 400.000
hectáreas. Estos caminos permiten el movimiento de los rebaños por todo el
país23 en régimen de trashumancia.
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